En Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj Cortázar dice que cuando te regalan un reloj "en realidad tú eres el regalado, a tí te ofrecen para el cumpleaños del reloj" y explica y enumera las obligaciones que conlleva poseer esa máquina infernal del capitalismo (¿?) para medir y cuantificar algo tan rentable como el tiempo. Darle cuerda, cuidarlo que no se caiga, que no se rompa, que no te lo roben, etc, etc. En definitiva, estar pendiente de él. Todo el tiempo, vaya paradoja. Con las series de TV pasa lo mismo.
Las series siempre han formado parte de nuestras vidas y gozado de buena salud. Desde la década del 60 que la pantalla chica se llena con comedias, westerns y policiales bien realizados y con mucho éxito. No importa de qué generación seas, creciste viendo Blanco y Negro, Brigada A, Los Dukes de Hazzard, V Invasión extraterrestre, Alf, Kevin, Seinfeld y/o Friends. Pero, aún con mucho presupuesto, las series de TV siempre estuvieron por debajo de las producciones cinematográficas en cuanto a calidad, popularidad y reconocimiento. Sin embargo algo pasó para que eso cambie y ahora nos veamos invadidos de una manera inédita y hasta saturados de (excelentes) series de todo tipo, toneladas de estrenos, temporadas finales, sets de blu rays y hasta sitios web para ver episodios viejos y descargar los nuevos apenas terminan de emitirse.
Desde hace un tiempo, diez, quince años, que el cine comercial de Hollywood no hace más que repetirse y, salvo raras excepciones, está en una notable decadencia y pobreza de ideas. Ante una situación en la que los que mandan en los multiplex de Estados Unidos son los adolescentes balde de pochoclo en mano y donde a los estudios les alcanza con producir dos películas por año dedicadas a este público para tener ganancias, los mejores guionistas, los más arriesgados productores y algunos de los más talentosos actores se han volcado a la televisión, dejando bajo el cielo siempre despejado de Los Angeles remakes, secuelas, precuelas y películas de vampiros. Los Soprano, producida y emitida originalmente por HBO de 1999 a 2007, fue una de las primeras series de esta nueva camada de realizaciones para TV. Gran producción, excelente elenco, guiones perfectos. A partir de entonces, los productores se dieron cuenta que había un público exigente e inteligente del otro lado, desoso de ver buenas historias y bien contadas. Y así, de a poco, la industria de las series comenzó a quitarle escritores, actores y dinero al cine. De 2000 para acá, se estrenaron cientos (literalmente) de series. Quisiera decir que la mayoría con gran éxito, pero la lógica indica que sólo unas decenas de ellas sobrevivieron las cinco, seis temporadas por una cuestión, también lógica: no se puede ver todo.
Y todo esto dicho por alguien que NO VE SERIES. Y eso que se han cansado de recomendármelas. "¿No ves Spartacus? Es excelente", "No puedo creer que no veas Breaking Bad. La últma temporada es alucinante", "Pará. Traeme el rígido y te paso ya The Wire", "No sabés lo que es el último capítulo de Dexter, te vuela la cabeza". Y así...
Reconozco que en los últimos años algunas vi. Dejo de lado las sitcoms, porque no entran en la categoría de "series". Uno puede ver en cualquier orden episodios sueltos de Seinfeld o That's 70's show, y da lo mismo. Decía, las experiencias que tuve con las series que vi, no fueron buenas. Vi en directo, el día del estreno, el primer capítulo de Lost. Un flash, como todo el que lo haya visto. A la semana siguiente, el segundo. Wow, más misterios. Al quinto, sexto, no se había resuelto nada, me aburrí y la dejé. A los tres años, y con cuatro temporadas estrenadas, le di una nueva oportunidad, en DVD. Peor. Me enganché, y me pasé noches enteras viendo un episodio tras otro. Así hasta un poco antes de la última temporada, en la que sólo la veía para ver cómo iba a terminar, porque en realidad ya me había aburrido y me parecía una porquería.
Las otras dos fueron Mad Men y Game of Thrones. La primera, sin dudas la mejor, luego de finalizada la "season 2". Y lo mismo, no podía dejar de verla. Una adicción en la que cuando terminás y te das cuenta que para la próxima temporada faltan ocho meses, pensás que es una eternidad y que "ya no hay nada para ver en la tele". Lo mismo con Game of Thrones, que en un par de meses estrena la "season 3". Para cuando empiece ya me habré olvidado de lo que pasó en la temporada anterior.
Dolina dice que "por cada libro que uno lee, hay un libro que no lee". Es
imposible abarcar todo, leer todo lo que uno quisiera, ver todo lo que
uno quisiera ver. Hay que elegir. Y yo elijo dedicarle ese tiempo a otra
cosa. Prefiero sentarme dos horas y ver una película. Comienzo, fin y ya. Y
no quedarme esperando hasta la semana siguiente a ver cómo sigue The Walking Dead, por ejemplo. No me gusta esa dependecia que generan las
series. Cuando "te regalan una serie, tú eres el regalado". Y no, por eso no puedo engancharme con ellas. Soy inconstante en la vida, soy así
con las series.¿Qué esperaban?
12.1.13
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2 comentarios:
Muy interesante tu perspectiva. Es verdad, algo sucede cuando a uno le pasan una serie, cuando uno se pone a consumir como adicto (haciendo hincapié en que el regalado es uno). Por ejemplo, en mi caso, que no soy consumidor en exceso pero sí consumidor, hay momentos en que estoy viendo alguna serie, por ejemplo, ahora que arranqué con Braking Bad, en la que me pregunto: ¿es realmente necesario esto para mi vida? ¿Me aporta algo? Creo que un libro me puede develar más cosas interesantes, sin embargo, y no sé a ciencia cierta por qué, lo sigo haciendo, sigo mirando series. En fin... ¡Saludos!
Me ha encantado; yo paso olímpicamente de las series, además de una completa pérdida de tiempo, son sin duda un vehiculo ideal para la manipulación... un saludo compa.
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